miércoles, 29 de diciembre de 2010

Swinger Nights

Despierto impregnada de alcoholes, tras agrios besos
Mis labios aún respiran, sí, tu destilado aliento
El rocío de nuestra desnudez diluida en altos espejos
Cubiertos por sábanas celestes que me recuerdan al Cielo
Y las paredes rojizas que rememoran el dulce Infierno
Las botellas vacías han dejado de rodar por el suelo.

Las luces de neón del bar débiles destellaban
Para mi mirada empañada eran luciérnagas muy delgadas
Una mirada empañada de ginebra y lágrimas casi sinceras
Balbuceaba sobre ti, a ti, frases terribles e inconexas
Pero reías, era más importante ir a la celebración prohibida
Sí, sí, nos fuimos de la taberna demasiado deprisa.

Escuché voces, hemos presenciado visiones en fiestas libertinas
La música de fondo aturdía los colores del camaleón sin vida
Su larga cola verde brillaba, pero sin ritmo, más con alegría
La iguana mudó su piel glauca de envidia porque a ambos nos quería
Pero sólo a uno podía satisfacer, así que a uno del otro apartaría
A ti te eligió, y yo supuestamente a ambos jugar los vería.

Triste te he contemplado, a ti y a la iguana casi divina
Y un dolor en lo alto de mi pecho el corazón me retorcía
Impulsas lágrimas sin piedad el rostro me humedecían
Delataban el arraigado amor por ti que tras mí escondía
Ambos simulamos que yo aún nada sentía ni reprocharía
Pedí otro trago, intacta, culpable de cuánto amé y bebía.

No sabía si aquello era un impasse o un final alternativo
Cada noche saboreábamos una copa por cada momento vivido
Momentos perdidos, muertos sólo en el olvido a priori etílico
Recordados en pasajes de prosa, fotografías y poemas rítmicos
Deleitados en el bar, en el albergue, en esquinas sin sentido
Curándonos la resaca, riéndonos, vanidosos y exquisitos.

Demasiadas lejanas y tórridas son nuestras travesías
Travesías siempre nocturnas y a menudo casi fugitivas
Destinos dónde en pleno verano se nos subía la nieve más nívea
Los ojos posados en un cuerpo que se movía en forma atrevida
No estoy segura de haber sido yo, tú, otro jovencito, u otra jovencita
En francés murmúrame quién te desea, y porqué yo también le desearía.

Volviste hacia mí  y acariciaste mi pecho bajo la blusa acalorada
Mientras yo pasaba mi mano bajo tu camisa desabrochada
Y nos besamos, casi riendo, sobre un sillón de franjas moradas
Qué comedia, qué risotada, qué melancolía apenas disimulada
Nos fuimos para volvernos a encontrar bajo la tersura de las sábanas
Y hoy, antes de que despiertes, brota por ti mi ternura desolada.

Müller

1 comentario:

  1. Debo admitir que no estoy en condiciones de leer tamaño texto sin antes pegarme un buen sueñito.

    Terminada la "Introducción al Comentario", iré al comentario en sí, que si hubiera un lugar donde comentar en general, estaría allí.

    El martes pasado (18, creo) he disfrutado (sin frutas) el enorme placer de dormir incómodo y apretado en un VIVAC, mientras mi bolsa de dormir acariciaba, como si de flores amarillas y rojas se tratara, mis brazos (tal vez eso sea respondido por las quemaduras del día, que 60 km en bici bajo el sol no es poco).

    Ya que volví de campamento, debo admitir que me vi en esa situación junto con 3 personas más: un dirigente y dos caminantes (y sus sombras, si cabe, y la mía).

    Como una segunda pasada de información, el que se olvidó de llevar el cuerpo de carpa fui yo... ergo el culpable de que tuviésemos que dormir bajo el rocío nocturno... ¡menos mal que no me olvidé el cubretecho (?!?!?!?!?!?!)!

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